TC23 día 17 de julio. La Aproximación.

 

Pasaban 19 minutos de las siete de la tarde del 17 de julio cuando me despedía de mi prima Eva y su hijo Adrián que me habían acercado desde Oviedo, primero hasta la casa familiar de Fernando-marido y padre- en Cúa donde comí con ellos,

casa familiar de los Collía en Cúa. año 1778

para después llevarme hasta el alto del puerto del Pontón. Alcanzada su cota, habíamos descendido por la ladera sur casi un kilómetro para mirar la opción para quedarme a pasar la noche en la ermita del puerto pero dado que las vistas eran infinitamente mejores desde la misma divisoria de vertientes pese a no tener mas que el mirador de madera para guarnecerme en el vivac de la primera noche, frente a la comodidad y resguardo del pórtico de la ermita, regresamos a la cima del puerto. Tras la despedida,

Me quedo en el alto del puerto junto al mirador

la soledad pronto se hizo patente, en cuanto marcharon, hasta que un ganadero de Cangas apareció de la nada entre los escobales. Estaba yo en ese momento junto a la torre de alta tensión que hay en la loma por encima del mirador, a donde había acudido en busca de mejor cobertura telefónica, tan solo una raya junto a las escaleras del mirador por tres y 4G junto a la columna. “Hola, hola”… nos saludamos. Para pronto establecer un fluído diálogo sobre sus caballos y mis proyectos de la TC23, en el que pronto apareció un amigo común: mi excompañero de la Voz de Asturias ahora trabajando en la RTPA, Javi Caso. Y seguimos la charla un buen tiempo hasta que también él se fue rampas abajo por la vertiente norte del Pontón hacia su Cangas de Onís, allá abajo tras recorrer el desfiladero de los Beyos que nosotros habíamos ascendido unas horas antes, inusualmente casi sin tráfico, lo cual se tradujo en una mas fácil conducción para Adrián curtido en este tipo de carreteras pese a su juventud. Algo a lo que los montañeros estamos acostumbrados en nuestro siempre peregrinar a puntos de acceso a las rutas apartados de las carreteras convencionales de fácil trazado. Nuevamente solo, si bien ahora con la compañía de la yegua 


y potros del ganadero que me hicieron, dada su insistencia en olisquear la bolsa donde tenía mi cena,

olisqueando insistentemente la bolsa con mi cena oculta tras la mochila, junto a la torre de alta tensión

pasar el pastor eléctrico existente para evitar que salgan de los pastos a la carretera del puerto, para refugiarme en los bajos del mirador donde establecí mi “cuartel general” para pasar la noche y donde pronto dí cuenta de la cena que llevaba: empanada de bonito; requexón y fruta, para acto seguido hacer una videollamada con mi familia y ponerme a dormir. Bueno, dormir, lo que se dice dormir, no. Pues según iba descendiendo la luz del día el paisaje se volvía cada vez más fotogénico y yo iba dando buena cuenta de esos cambios con mi nueva Panasonic lumix LX-15 adquirida para esta TC23 tras la irreparable avería de mi canon sf 95.

de izda a dcha: Peña Beza; el Jario y la sur de peña Santa de Castilla.


Puesta del sol tras el Pozalón. Mar de nubes sobre Sajambre y a la dcha: Valdepino y Beza.

Últimas luces del crepúsculo

Después llegaría el viento y el frío de la noche pero eso, es otro tema que imprevisiblemente se me escapó en mis concienzudas previsiones organizativas y que me haría despertar a lo largo de la noche unas cuantas veces castañeándome los dientes de frío, haciéndome utilizar como abrigo sobre la funda de saco, la capa de agua y la manta térmica además de las prendas térmicas que llevaba conmigo. 

(Continuará)












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